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Guarco: “Hay que construir economía que responda a las necesidades de la comunidad”

(Ansol).- “Democratizar la economía implica promover el acceso en condiciones de equidad a los recursos bienes y servicios que requieren los habitantes de cada territorio, e impulsar empresas gestionadas democráticamente con el objetivo de satisfacer las necesidades de las personas por sobre la retribución al capital. En este punto la economía solidaria, y en particular el cooperativismo, tiene una amplia experiencia para ofrecer”, señaló Ariel Guarco en su escrito titulado Ni muros ni globalización financiera: Paz y Economía Solidaria.
El presidente de la Confederación Cooperativa de la República Argentina analizó en un extenso artículo los peligros que implican la primacía del capital financiero concentrado y su hegemonía, que se expresa en el ascenso de gobiernos autoritarios y con discursos xenófobos, nacionalistas y belicistas, junto a la caída cada vez más pronunciada de los acuerdos internacionales de entendimiento y cooperación entre los distintos países, al tiempo que se desarrolla una notable disminución del bienestar y condiciones de empleo de los trabajadores.
“Ello ocurre porque todo el sistema político internacional, laboriosamente forjado luego de las grandes guerras del siglo XX, pierde legitimidad cuando los derechos sociales son groseramente vulnerados y la concentración de la riqueza adquiere grados que afectan la sostenibilidad económica, social y ambiental del planeta”, afirmó Guarco.
Entonces, el presidente de Cooperar muestra a la economía social como uno de los actores que permitirá rearmar el entramado político, económico y social que, desde las últimas décadas, se ha empezado a resquebrajar ante la hegemonía del sector financiero y la liberación de los mercados, en desmedro del sector productivo y de las propias poblaciones, por la incursión cada vez mayor de las multinacionales.
“La unidad en solidaridad y democracia de consumidores, productores y trabajadores de cada territorio y de todo el mundo debe ser la herramienta para interpelar al poder económico y promover una economía distinta, que sea compatible con los objetivos de paz y desarrollo que priman en todos los acuerdos internacionales. De lo contrario los pueblos quedarán atrapados entre las variantes de la globalización financiera y sus políticas neoliberales, y el chauvinismo belicista que focalizando su odio en los otros, cualquiera sean estos, justificará la defensa de los intereses del mismo capital concentrado”, concluyó Ariel Guarco en su artículo.