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“El cooperativismo es parte de esta sociedad patriarcal pero está muy bien parada para revertirla”

(Ansol).- La 32da edición del Encuentro Nacional de Mujeres en Resistencia, Chaco, convocó a más de 60 mil personas, en una demostración de ser un espacio de gran vitalidad a la hora de discutir las relaciones que hoy en día atraviesan a la sociedad, poniendo en tensión las relaciones a su interior a través de una mirada de género sobre las formas que se da el desarrollo político, económico y cultural en el país y el extranjero.

En ese sentido, la economía social es uno de los focos desde donde se reflexiona y proponen alternativas a las relaciones patriarcales y machistas, pero que a la vez, también está sufriendo un proceso de autoconocimiento y transformación de sus propias prácticas y organizaciones.

“El cooperativismo es parte de esta sociedad, desigual, patriarcal, y el sector no está exento de estas relaciones, tensiones y contradicciones. Pero la economía social genera relaciones y prácticas propias que permiten generar un mundo mejor, más equitativo. El mismo principio cooperativo es democrático, y se estableció mucho antes que el voto universal en este país. También hay una práctica de discusión colectiva, de mostrar que hay cosas que no son privadas sino que son del común y que se resuelven colectivamente, hay una práctica de la palabra y de la escucha. Hay una práctica de entender que el otro o la otra es una igual. Tanto como estamos insertos en esas tensiones, también estamos muy bien paradas para revertirlo”, destacó a Ansol la cooperativista, investigadora y docente de la Fundación de Educación Cooperativa (Idelcoop).

En este sentido, una de las discusiones que se están dando es sobre la distribución de tareas, tanto al interior del espacio laboral, como también en el hogar, y cómo esta desigualdad no sólo genera una discriminación de las funciones que se realizan en el espacio de trabajo, sino también de la carga desigual en la distribución de las faenas domésticas.

“Todas las formas de desigualdad y violencia están emparentadas. Había una frase muy utilizada por el feminismo en los 70 que decía: lo personal también es político. Porque, cuando hay una situación de violencia en la cooperativa, aunque se ejerza dentro del hogar, no es privada, es una cuestión del común. Lo mismo con la distribución de las tareas de la casa, no es personal, es político. La economía social desde las ideas y prácticas, tiene más trabajado la concepción de que las cuestiones no se resuelven de manera personal o privada, sino colectivamente”, afirmó Nacht a esta agencia.

Cabe destacar, que en Argentina, una mujer le dedica 3 horas y 42 minutos más a la economía hogareña que un hombre según el último estudio del Instituto Nacional de Estadística y Censos en el 2013, que abarcó a más de 26 millones de personas, o sea, que sobre ellas recaen las tareas de limpieza, cocina, cuidados y ayuda en el estudio de los hijos.

Imaginemos cuántos puestos de trabajo serían necesarios para suplir las tareas que hoy hacen las mujeres de modo gratuito. Es muy difícil de implementar esta responsabilidad colectiva de la cooperativa, porque esta distribución desigual de tareas es uno de los pilares del patriarcado y del capitalismo. Porque todo lo que es economía del cuidado es economía para la vida, mientras que el capitalismo no es economía para la vida, sino economía para su propia reproducción. Llevar la economía del cuidado a la cooperativa es problemático, porque tenés que conseguir habilitaciones, contratar gente para llevar adelante las tareas. Es complicado, pero hay que hacerlo”, dijo Nacht a este medio.

Desigualdad económica y pobreza

En el informe sobre pobreza y desempleo del primer trimestre, el Indec señalaba que el desempleo para las mujeres es de 10,2 por ciento, mientras que un 8,5 por ciento para el hombre, sin contar el tiempo que tienen que destinar a sostener todo lo referido al hogar, al tiempo del alto porcentaje en que las madres eran jefas de hogar: el 41,5 por ciento de los hogares la jefa es mujer y en el noreste del la cifra es del 44,1 por ciento, mientras que llega al 50 por ciento en ciudades como Salta, Formosa, Santiago del Estero y Resistencia.

No solo la economía de los cuidados, que es de carácter gratuito, recae sobre las mujeres, sino que además ganan aproximadamente un 30 por ciento menos que un varón, según los datos oficiales, debido a que sus cargas son consideradas, en muchas ocasiones, de menor responsabilidad o importancia.

“Las tareas de cuidado desde un punto de vista patriarcal son asunto privado, pero desde la economía social y la economía feminista sabemos que son privatizadas para recaer sobre las mujeres. Hay otras formas de discriminación muy mencionada en las cooperatiavs, que es la división sexual de tareas, que las mujeres muchas veces se dedican a tareas administrativas, y hay una doble discriminación, dado que hay una idea que las mujeres son mejores para esa tarea, pero a la vez, que esas funciones son menores, pese a que sean fundamentales para el funcionamiento de la cooperativa y requiere conocimientos específicos”, concluyó la cooperativista para Ansol.